Níscalos, setas de cardo y setas de chopo
El otoño ya está aquí y como todos los años por estas fechas las setas se convierten en uno de los ingredientes imprescindibles en la preparación de muchos de nuestros platos; en algunos son el ingrediente principal o incluso el único.
La flora micológica de nuestro país incluye muchas especies. De todos estos tipos de setas nos vamos a centrar en tres: níscalos, setas de chopo y setas de cardo.
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Níscalos
Níscalo, mízcalo, ‘rovelló’ o ‘esne gorri’ son los diferentes nombres que posee un mismo hongo dependiendo de la región donde crezca. La calidad de su carne junto con el excelente sabor y aroma que desprenden los níscalos, hacen que sean una de las setas más apreciadas. Dada su abundancia durante el otoño, suelen usarse para elaborar conservas y vinagretas. Frescos y recién cogidos, los níscalos resultan exquisitos cocinados a la brasa o a la plancha.
Setas de chopo
Se encuentra en grupos compactos sobre los tocones, raíces y troncos viejos de chopos, álamos y olmos. Las setas de chopo tienen un sombrero que mide de 2 a 10 cm de diámetro, primero semiesférico y marrón oscuro y más adelante aplanado y blanquecino. Sus láminas son al principio de color blanquecino y después se oscurecen y toman un color tabaco. El pie es largo y esbelto de hasta 15 cm de longitud de color blanquecino. Está provisto de un anillo membranoso.
Las setas de chopo recogidas de los bosques son un alimento muy apreciado para los que las conocen inequívocamente. Es importante reseñar que solo se consume el sombrero, como por ejemplo en las célebres tortillas de patatas.
Setas de cardo
Esta variedad es probablemente la seta con el sabor y el olor más suave y delicado. Por este motivo la seta de cardo es muy apreciada para combinar con recetas de todo tipo.
Durante los últimos años se ha tratado de cultivar esta variedad de seta, pero los resultados no han sido los más satisfactorios, ya que es un hongo muy caprichoso a la hora de germinar.
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